jueves, 6 de junio de 2013

La cocina mágica.



"Imagina que tienes una casa con una cocina mágica, que te proporciona la cantidad que desees de cualquier comida del mundo. Nunca te preocupas de qué es lo que vas a comer, ya que puedes en la mesa cualquier cosa. Y como eres generoso, les ofreces a todos comida sin esperar nada a cambio. Alimentas a quienquiera que venga a verte por el mero placer de compartir lo que tienes, y tu casa siempre está llena de gente que se acerca para degustar la comida de tu cocina mágica.

Entonces, un día alguien llama a tu puerta, abres y te encuentras a una persona con una pizza en las manos, te mira y te dice: “Oye, ¿ves esta pizza? Te la doy si me permites controlar tu vida, sólo tienes que hacer lo que yo quiera. Y nunca te morirás de hambre porque yo te traeré una pizza cada día. Lo único que tienes que hacer es ser bueno conmigo”.

¿Te imaginas tu reacción? Sólo con pedírselo a tu cocina obtendrás la misma pizza o incluso mejor, y esa persona te está ofreciendo comida a cambio de que hagas lo que ella quiera. Lógicamente te echarás a reír y le dirás: “¡No, gracias! No necesito tu comida; tengo toda la que quiero. Entra y te daré de comer sin pedirte nada a cambio, pero no voy a hacer lo que me pides. No me voy a dejar manipular a cambio de una pizza”.

Ahora, imagínate exactamente lo contrario. Llevas varias semanas sin probar bocado. Estás muerto de hambre y no tienes dinero para comprar comida. Entonces, llega esa persona con la pizza y te hace el mismo cuestionamiento. Hueles el aroma que desprende esa pizza y estás hambriento. Decides aceptar y hacer cualquier cosa que esa persona te pida. Tras hincarle el diente, la persona te dice: “Si quieres más te daré más, pero tendrás que seguir haciendo lo que yo quiera”.

Hoy has comido, pero mañana quizá no tengas qué llevarte a la boca, de modo que accedes a hacer todo lo que puedas para conseguir la comida. Y estás decidido a convertirte en esclavo a cambio de la pizza, porque la necesitas y no la tienes. Pasado algún tiempo, empiezas a tener dudas. Dices: “¿Qué voy a hacer si no me trae la pizza? No seré capaz de vivir sin ella. ¿Y si mi pareja decide darle mi pizza a otra persona?”.

Ahora, imagínate que el lugar de comida hablamos de amor. El amor que hay en tu corazón es abundante. Tienes amor no sólo para ti, sino para el mundo entero. Amas tanto que no necesitas el amor de nadie. Compartes el amor sin condiciones; no te gusta el “si”. Y si alguien llama a tu puerta para ofrecerte el amor condicionado, lo más seguro es que responderás: “Gracias, pero no necesito tu amor. Tengo ese mismo amor aquí, en mi corazón, sólo que mejor y más grande, y comparto mi amor sin condiciones”.

Tu corazón es como esa cocina mágica. Basta con abrirlo para que obtengas todo el amor que quieras. No hay ninguna necesidad de dar vueltas por el mundo suplicando amor.

¿Ves cuánta desdicha crean los seres humanos cuando piensan que no tienen amor? Están hambrientos de amor y cuando prueban una pequeña cantidad del que alguien les ofrece, sienten una gran necesidad. Se convierten en personas necesitadas y obsesionadas con ese amor. Son incapaces de vivir sin ese suministrador, la persona que les proporciona la dosis diaria. Y como están hambrientos, por esa pequeña cantidad de amor permiten que otra gente controle sus vidas.

Cuando iniciamos una relación, nos volvemos egoístas porque nos sentimos necesitados. Todo gira a nuestro alrededor. Somos tan egoístas que queremos que la persona con quien compartimos nuestra vida esté tan necesitada como nosotros. Queremos a “alguien que me necesite” a fin de sentir que nuestra existencia esté justificada, a fin de sentir que tenemos razón para vivir. Pensamos que lo que buscamos es amor, pero lo que en realidad buscamos es a alguien a quien podamos controlar y manipular. Lo que llamamos amor – alguien que me ame, alguien que se preocupe por mí – no es amor, es egoísmo. El egoísmo no funciona porque en él no hay cabida para el amor. Ambas personas están hambrientas de amor. Cuando comparten el sexo, prueban un poco de amor y se vuelve adictivo. Buscamos el amor fuera de nosotros cuando el amor nos rodea por todas partes. El amor está en todas partes, pero no tenemos ojos para verlo.

El miedo al rechazo nos asusta. Tenemos que fingir que somos lo que nos somos; intentamos ser aceptados por nuestra pareja cuando nosotros mismos no nos aceptamos. Pero el problema no estriba en que nuestra pareja nos rechace. El problema estriba en que nosotros mismos nos rechazamos.

Que alguien te rechace no significa que tú tengas que rechazarte a ti mismo. Si una persona no te ama, otra te amará. Siempre hay alguien más. Y es mejor estar con alguien que quiere estar contigo que con alguien que siente que tiene que estar contigo.

Tienes que concentrarte en la relación más maravillosa que es posible tener: la relación contigo mismo. No es cuestión de egoísmo; se trata de amarse a uno mismo. Necesitas amarte a ti mismo, y cuando lo hagas, entonces el amor crecerá más y más. Después, el día que inicies una relación, no lo harás porque necesites sentirte amado. Lo habrás elegido. Y cuando lo hagas, escogerás a alguien y verás quién es realmente. Si no necesitas su amor, no tienes porque mentirte a ti mismo.

Cuando el amor sale de ti ya no lo buscas por miedo a la soledad. Y cuando sientes todo ese amor hacia ti mismo, puedes estar solo sin el menor problema. Te sientes feliz estando solo y también te resulta divertido compartir.

Si inicias una relación para experimentar un drama porque quieres sentir celos, porque quieres ser posesivo, porque quieres controlar la vida de tu pareja, no estás buscando la diversión, sino el dolor y eso es lo que encontrarás. Si inicias una relación con egoísmo esperando que tu pareja te haga feliz, no lo conseguirás. Y no será por su culpa, sino por la tuya.

Cuando iniciamos una relación de cualquier clase es porque queremos compartir, disfrutar, divertirnos, no queremos aburrirnos. Si buscamos una pareja es porque queremos jugar, ser felices y disfrutar lo que somos.

Quien ama quiere lo mejor para las personas que ama.

Tu corazón es una cocina mágica. Ábrelo. Abre tu cocina mágica y niégate a andar dando tumbos por el mundo suplicando que te den amor. En tu corazón se encuentra todo el amor que necesitas. Tu corazón es capaz de crear amor, no sólo para ti mismo, sino para el mundo entero. Puedes entregar tu amor sin condiciones; ser generoso con él, porque lo tienes en abundancia.

Lo que te hace feliz es el amor que proviene de ti. Y si eres generoso con tu amor, todas las personas te amarán. Si eres generoso nunca estarás solo. Si eres egoísta siempre estarás solo y no podrás culpar a nadie por ello, salvo a ti mismo. La generosidad te abrirá todas las puertas, pero no el egoísmo. El egoísmo proviene de la pobreza de corazón y de la creencia de que el amor no es abundante".
Extraido del Libro: La maestría del amor. Autor: Dr. Miguel Ruíz


No hay comentarios:

Publicar un comentario