Siempre
que dos personas se conocen, se crea un
mundo nuevo. Por el solo hecho de conocerse cobra existencia un fenómeno
nuevo, que antes no estaba, que nunca antes existió. Y a través de ese
fenómeno nuevo las dos personas experimentan un cambio y una transformación.
Por
separado, somos una cosa; juntos, de inmediato nos transformamos en otra. Ha
sucedido algo nuevo. Una mujer, cuando se convierte en amante, deja de ser la
misma mujer. Un hombre, cuando se convierte en padre, deja de ser el mismo hombre.
Nace un bebé, y en cuanto nace, la madre
también nace. Eso jamás existió con anterioridad. La mujer existía, pero nunca
la madre. Y una madre es algo absolutamente nuevo.
La
relación es creada por nosotros, pero, a su vez, la relación nos crea.
Cuando
un hombre ha vivido con muchas mujeres,
ha realizado muchas clases de trabajo -ha sido zapatero, carpintero, ingeniero,
pintor y músico-, naturalmente es muy rico. Cada mujer con la que ha vivido le
ha dado algo de color, y cada trabajo que ha ejecutado le ha abierto una puerta
nueva a su ser. Despacio, despacio, están abriéndose muchas puertas hacia su
ser; su consciencia se expande, se vuelve enorme, inmenso.
Somos
nuestra propia experiencia. Por ende, experimentamos más. Antes de asentaros,
experimentamos todo lo que nos sea posible. La persona verdadera jamás se
asienta; la persona verdadera siempre permanece sin hogar, una trotamundos,
vagabunda del alma. Permanece continuamente en una búsqueda, preguntando,
aprendiendo... nunca deja de aprender. No tengas prisa por ser versados,
continua aprendiendo. Llegar a ser versado es feo, no abandonar jamás el
aprendizaje posee una tremenda belleza y gracia, porque es la misma vida.
Cuando
conseguimos libertad, al principio nos precipita hacia ella. Empezamos a hacer
todo tipo de cosas que siempre habremos querido hacer pero que no se nos
permitía. Luego las cosas no tardan en asentarse. Somos conscientes de que
todas las mujeres son parecidas, igual que todos los hombres son parecidos.
Quizá haya diferencias, pero son periféricas. Alguien tiene el pelo negro y
alguien tiene el pelo rubio, alguien tiene ojos azules y alguien tiene ojos
negros... solo diferencias periféricas.
Pero
a medida que adquirimos más y más consciencia de muchas personas, a medida que nos
relacionáis con muchas personas, una cosa se nos vuelve absolutamente
clara: que todos los hombres son
parecidos
-casi
iguales- lo mismo que todas las mujeres. Entonces empezamos a asentarnos, con
una mujer, con un hombre, en una relación más íntima. Emprendemos un tipo de
viaje totalmente diferente, una nueva peregrinación de intimidad, una
intimidad no impuesta. Cuanto más hondo queremos llegar a la otra persona, más
tiempo se necesita, más paciencia y muchas clases de situaciones se necesitan.
El
primer amor es realmente grande, porque es
el primero... por lo demás es muy peligroso. Es el primero, por ende es muy
romántico, pero el romance desaparecerá pronto. No va a convertirse en un
cimiento estable; no va a convertirse en nuestro verdadero matrimonio.
Un hombre, antes
de decidir casarse, debería haber conocido a
muchas mujeres. Y la mujer debería haber conocido a muchos hombres. Solo
entonces se puede elegir, solo entonces podrás sentir con quién estas en
sintonía. Solo entonces podrás entender con quién empezar a elevarnos.
Antes de
poder comprometernos necesitamos tener una gran
experiencia de otras personas. Pero ahora nuestra ideología sigue siendo anterior
a la tecnología. En el pasado era peligroso, porque la mujer podía quedarse
embarazada y habrían surgido problemas para ella, para la familia, para toda
su vida. Por eso jamás se cuestionó que el hombre tuviera que llegar virgen al
matrimonio. Sin embargo, para la mujer ha sido en todo el mundo un requisito
absoluto ser virgen.
¿Por
qué este doble rasero? ¿Por qué la mujer debería ser virgen? ¿Y por qué no el
hombre? La respuesta que se da es que los chicos son chicos... ¿y las chicas no
son chicas?
Sencillamente
se debía a que para la mujer no había una protección tecnológica. Pero ahora
esa protección existe. Después de la invención del fuego, la píldora es la
invención más grande del mundo. Y los más grandes
revolucionarios no son nada comparados con la
revolución que ha producido la píldora en el mundo.
Puede que
no seamos conscientes de que la píldora ha cambiado el mundo... porque ha
cambiado todo el código sexual.
Vivimos
en una era postecnológica. No es necesario que tengamos ideologías pretecnológicas.
Algunas cosas de la tecnología son cargas innecesarias. Las llevamos sin
motivo y nos perturban la vida.
Los
hombres y las mujeres deberían conocerse, y no debería haber prisa alguna para
casarse. Despacio, lentamente, aprenderemos el arte del amor, y también aprenderemos
con quién existe una afinidad espiritual.
No
existe necesidad para el matrimonio. Si amamos a una mujer, viviremos con ella.
Cuando el amor desaparece, nos despedimos con profunda gratitud: «Todos los
días que pasé contigo fueron memorables. Los llevaré en mi mente, en mi
memoria, como una hermosa fragancia. Me acompañarán como un sueño, un sueño
hermoso. Pero ahora ha llegado el momento de que nos marchemos, gozosamente.
A partir de ahora seremos amigos»... no hay necesidad de convertirse en enemigos.
Y
ambos se cansan, es simplemente humano. La familia es inhumana. Nos obliga a
vivir con una mujer a la que odiamos. Nos obliga a yacer con un hombre al que
queremos matar. ¡Es prostitución, no es familia!
Mi
definición de la prostitución es hacer el amor
con una mujer a la que no se ama, hacer el
amor con un hombre al que no se ama. Se trata simplemente de un caso de
prostitución a largo plazo. Una prostituta está disponible solo por una noche;
pagas por ello. Nuestra esposa está disponible toda Nuestra vida, y pagaras por
ello. Es un acuerdo económico, financiero. Habremos comprado a la mujer para
toda la vida.
Las
personas deberían estar juntas por amor, únicamente por amor. Y
en cuanto sientan que el amor ya no está, y
que permanecer juntas es un foco de tensión y ansiedad, lo mejor es despedirse
antes de que las cosas se tornen demasiado amargas. Marcharnos a la primera
señal de frustración, aburrimiento. Encontrar nuevos amigos.
De
acuerdo con mi visión, los matrimonios deberían ser disueltos. La gente puede
vivir junta toda la vida si así lo quiere, pero no se trata de una necesidad
legal. La gente debería moverse, tener tantas experiencias de amor como sea
posible. No debería ser posesiva. Esto destruye el amor. Y tampoco debería ser
poseída, porque también eso destruye el amor.
Todos
los seres humanos son merecedores de ser amados. No hay necesidad de estar
atado a una sola persona de por vida. Ese es uno de los motivos por los que
todas las personas del mundo parecen aburridas. ¿Por qué no pueden reír? ¿Por
qué no pueden bailar? Se hallan encadenadas con cadenas invisibles: el
matrimonio, la familia, el marido, la esposa, los hijos. Están abrumados por
todo tipo de deberes, responsabilidades, sacrificios. ¿Y queremos que sonrían
y rían y bailen de alegría? Pedimos lo imposible.
Hacer que
el amor de la gente sea libre, que las personas no sean posesivas. Pero esto solo
puede suceder si en la meditación descubrimos nuestro ser. No es algo a
practicar. No estoy diciendo, «Esta noche ir con otra mujer como práctica». No obtendrás
nada, y podrás llegar a perder a nuestra pareja. Y por la mañana pareceremos
tontos. No es una cuestión de práctica, sino de descubrir nuestro ser. Con el
descubrimiento del ser surge la calidad del amor impersonal. Entonces
simplemente amaras. Llega un día en que toda esta existencia es nuestra amada.
Ese es nuestro potencial. Y cualquiera que no esté alcanzándolo desperdicia su
vida.
El
matrimonio es un asunto espiritual, no un fenómeno físico, en absoluto. Es una
sintonía espiritual. Establecerlo solo cuando empecemos a sentir por alguna
mujer o algún hombre que una gran música surge, que penetra algo del más allá.
De lo contrario, no deberíamos de tener prisa.
Continua Intimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario