miércoles, 24 de julio de 2013

Intimidad

Intimidad

¿Por qué es así? ¿Cuál es la necesidad de comprender a la mujer o al hombre? Se debe a que todo hombre tiene una parte femenina en su ser, y toda mujer una parte masculina. El único modo de entenderla, el más sencillo, el más natural, es mantener una relación profunda e íntima con alguien. Deja que se desarrolle la confianza, para que todas las barreras se disuelvan. Acercarnos tanto el uno al otro para que podamos mirar en lo más hondo de la mujer y la mujer en lo más hondo de nosotros. No seamos deshonestos con el otro. Si estamos teniendo muchas relaciones al mismo tiempo, seremos deshonestos, no dejaremos de mentir. Tendremos que mentir, que ser insinceros, tendremos que decir cosas que no queremos... y todas serán sospechosas. Resulta muy difícil crear confianza con una mujer si mantenemos alguna otra relación. Es fácil engañar a un hombre, porque él vive a través del intelecto; pero es muy difícil, casi imposible, engañar a una mujer, porque vive intuitivamente. No seremos capaces de mirarla directamente a los ojos; tendremos miedo de que comience a leeros el alma y todas las cosas engañosas y deshonestas que ocultamos.
De modo que si estamos teniendo muchas relaciones, no podremos sumergiros en profundidad en la psique de la mujer. Y eso es lo único que se requiere: conocer nuestra propia parte femenina interna. La relación se convierte en un espejo. La mujer empieza a mirar en nosotros y comienza a encontrar su propia parte masculina; el hombre mira en la mujer y empieza a descubrir su propia feminidad. Y cuanto más conscientes seamos de nuestra feminidad -el otro polo-, más completos podremos ser, más integrados. Cuando nuestro hombre interior y mujer interior han desaparecido en el otro, se han disuelto en el otro, cuando ya no están separados, cuando se han convertido en un todo integrado, nos habremos convertido en un individuo. Carl Gustav Jung lo llama el proceso de individuación. Jugar con muchas personas nos mantendrá superficiales, entretenidos, ocupados, pero sin crecer; y lo único que importa en última instancia es el crecimiento, el crecimiento de la integración, de la individualidad, de un centro en nosotros. Y ese crecimiento necesita que conozcamos a nuestra otra parte. Intenta encontrar en el otro el ser verdadero que está oculto. No des por hecho a nadie. Cada individuo es tal misterio que si continuamos indagando en él descubriremos que es interminable.

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